7 de enero de 2010

- Siento ser tan mala persona - murmuré. Lamento haber sido tan egoísta. Desearía no haberme encontrado nunca contigo para no herirte como lo he hecho. No lo haré más, te lo prometo. Me mantendré apartada de tí. Me mudaré fuerta del estado. No tendrás que volver a verme nunca jamás.
- Eso no se parece en nada a una disculpa - replicó con amargura.
No pude elevar mi voz por encima del sonido del susurro.
- Díme cómo se hace bien.
- ¿Qué pasa si no quiero que te vayas? ¿Qué pasa si quiero que te quedes, seas egoísta o no? ¿Acado no tengo opinión si lo único que haces es ponérmelo cada vez más difícil?
- Eso no serviría de nada. Jake. Es un error que sigamos viéndonos cuando ambos queremos cosas distintas por completo. La situación no va a mejorar. Seguiré haciéndote daño y odio hacerlo- se me quebró la voz.
Él suspiró.
- Detente. No tienes que decir nada más. Lo comprendo.
Quería decirle cuánto le echaría de menos, pero me mordí la lengua. Eso tampoco ayudaría en nada. Se quedó quieto un momento, con la vista clavada en el suelo, y luché contra la necesidad acuciante de ir a abrazarle para darle consuelo.
Jacob tenía razón. Había tenido razón todo el tiempo. Era más que un amigo para mí. Ése era el motivo por el que me resultaba difícil decirle adiós, porque estaba enamorada de él. También. Le amaba mucho más de lo que debía, pero no, a pesar de todo, no lo suficiente. Estaba enamorada, pero no tanto como para cambiar las cosas, sólo lo suficiente para hacernos aún más daño. Para hacerle mucho más daño del que ya le había hecho con anterioridad.
No me preocupé por nada más que no fuera su dolor. Yo me merecía cualquier pena que esto me causara. Esperaba además que fuera mucha. Esperaba sufrir de verdad.
En este momento, su dolor siempre había sido y siempre sería el mío y también su alegría ahora era mi alegría. Y sentía esa alegría, pero también que su felicidad era, de algún modo, dolor. Casi tangible, quemaba mi piel como si fuera ácido, una lenta tortura.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Tiene veinte enemigas, dos amigas