10 de noviembre de 2009

Todavía no caigo del por qué me desvivo por vos, habiendo gente qe ama de verdad, habiendo gente qe no lastima sino qe ellos son lastimados por uno mismo. Todavía no caigo de qe seas tan hermoso y roces la perfección, esa misma perfección qe hasta no hace mucho pertenecía a mí, esa piel sólo era rozada por mis manos, esas manos sólo me tocaban a mí, esos labios por nada del mundo cambiaban los míos, esos abrazos qe con el tiempo se borraron. Porque creo que nunca hizo falta decir nada para saber que yo te amaba, para saber qe ibas a ser lo mejor qe había tocado mi vida hasta el fin de los días, porque creo qe nunca supiste qe te qería, qe todo lo hubiera dado por vos, porqe creo qe siempre pensaste más en las razones de los otros qe en las tuyas y mías, porqe creo qe nunca me escuchabas cuando te hablaba, porqe te cerrabas en tus pensamientos aunqe te eqivocaras. No te contradigo, tuviste muchas razones para llegar al límite del odio y el amor, para llegar a la desconfianza cuando contigo no estaba, pero yo aunqe no lo dijera te amaba, te amaba con cada parte de mi alma, y hoy creo qe no lo haría, no te lastimaría; pero ¿quién diría qe este sería el final de esa historia? ¿quién pensó qe el príncipe qe se desvivía por su princesa la iba a dejar de amar?

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Tiene veinte enemigas, dos amigas