9 de noviembre de 2009
A veces parece lindo comenzar una historia, sin saber si quiera el final que va a tener. Porque uno se basa en la vivencia del presente y no en los cambios del futuro, uno se basa en ese cuento que le escribe el que quiere, y no le pinta la realidad. Te basás en un cuento casi perfecto, sólo que su detalle es el triste final, o feliz pero lo dudo. Porque siempre esas historias que te pintan especialmente a vos te lastiman, no sé por qué aún, pero lastiman. Y duele aún más saber que esa historia jamás va a ser real, no va a tocar ni el límite de lo real aunque uno lo desee. Y esas historias me las contaron, me las contaron días del pasado, en ese pasado que pasé junto a vos, en ese pasado en el que te dí mi vida, en ese pasado en el cuál pienso todos los días, porque creo que no hay nada que haya vivido con vos que me arrepienta, sólo ese pequeño detalle del adiós, ese adiós frío y sin decirlo, ese adiós que ni siquiera se escuchó, ese adiós en el que me partiste el eje al medio y yo sin darme cuenta de que habías conquistado mi corazón y me lo habías robado sin previa justificación. Y parece que es hasta el día de hoy, que no lo pensás devolver.
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